Ayer lunes, por fin, tuvimos una tarde estupenda en el Puerto, hemos tenido otras, pero por uno u otro motivo no las he podido disfrutar, pero esta vez si, a las ocho de la tarde me preparé una super-ensalada, abrí una botella de un Rioja rico y disfruté de una cena en la terraza de casa como si estuviese en Ibiza. Luego llegó la puesta de sol y no dudé en salir de casa para verlo todo con más claridad y disfrutar del barrio.
En nuestro pequeño muele no suele haber txalupas en la mar, casi siempre están en tierra, pero ayer una solitaria daba la bienvenida a todos los que por allí estábamos. El parking estaba lleno, y a pesar de ser lunes y que algún bar estaba cerrado, las escaleras estaban a rebosar de gente tomando algo.
Todavía quedan personas que aman las txalupas y desean que permanezcan en nuestro muelle, ayer uno de los propietarios se encontraba en plena faena restaurando la suya.
Y la puesta de sol...
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